Tras obtener mi Licenciatura en Biología en el año 1999, me dediqué durante 15 años al estudio y conservación de los ecosistemas naturales. Mi principal inquietud ha sido la de comprender el dinámico equilibrio entre sus componentes, desde los imperceptibles virus hasta el más inmenso de los árboles o el devastador humano, pasando por las sustancias que cada uno de ellos y/o su actividad genera. Incapaz de especializarme en un área concreta (como iban haciendo el resto de mis compañeros profesionales), sentía la necesidad de conocer los diversos seres vivos y sus interacciones entre sí y con el medio, conservando siempre una visión holística y global, que a mi modo de ver resulta indivisible en parcelas de conocimiento.
De forma paralela, empleaba las terapias naturales tanto para mejorar mi salud como en la búsqueda de crecimiento personal, indagando y poniéndome en manos de los mejores profesionales y terapias que encontraba a mi paso, sin plantearme jamás la opción de convertirme en terapeuta.
Entorno al año 2011 experimenté los cambios más potentes y profundos en mi salud física y emocional, gracias a la combinación de las terapias SOMA® y Par Biomagnético, lo que me impulsó a realizar los cursos de formación en este campo. La curiosidad e inquietud fueron crecientes, por lo que continué practicando estas terapias con familiares/amigos y formándome en otras materias complementarias. Había encontrado un mundo fascinante donde para mi sorpresa, me sentía como pez en el agua a pesar de que mis esquemas de pensamiento newtoniano y occidental se deshacían uno tras otro. Llegó un punto en el que asumí de tal modo el inevitable cambio de paradigma global, que comencé a sentir absurdo mi trabajo como asesora medioambiental, a pesar de haberlo realizado con total entrega y pasión durante media vida. No tarde en abandonarlo, pues comprendí que aquel traje me quedaba ya pequeño.
En estos casi tres años ejerciendo como terapeuta a nivel profesional, pero sobre todo viviendo con fluidez y coherencia, la velocidad de evolución ha resultado vertiginosa, y una vez más sin buscarlo, la vida me trae un nuevo reto: El Centro de Bienestar Integral, proyecto que yo interpreto como esencialmente humano, aspirando a ser un equipo multidisciplinar de terapeutas, trabajando coordinados en un espacio luminoso y perfecto, de modo que su conjunto proporcione bienestar, salud y crecimiento a todo aquel que entre por su puerta.